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1. LA REVOLUCIÓN IRANÍ 

Irán: Cien años (Canal ARTE, 2013)

Texto: El choque de civilizaciones (Samuel P. Huntington)

 

2. TRANSICIONES: EL FIN DE LAS DICTADURAS MEDITERRÁNEAS

El 25 de Abril de 1974 según Televisión Española

El 17 de noviembre de 1973 y la represión militar de las protestas estudiantiles en la Politécnica de Atenas

3.- PERCEPCIONES SOBRE LA REALIDAD INTERNACIONAL EN VÍSPERAS DE LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN (1988)

Buena parte de los esfuerzos de Washington están volcados al campo bélico. En el plano militar, la primera tarea fue "cerrar la ventana de vulnerabilidad" determinada por la supuesta capacidad rusa de destruir las instalaciones de misiles en el propio territorio norteamericano. Para superar esta debilidad y conseguir "un margen de seguridad", el secretario de Defensa, Caspar Weinberger, elaboró un esquema defensivo que descansaría en una "triada": una cantidad sustantiva de armas nucleares repartidas entre bombarderos supersónicos (los BI), una nueva generación de submarinos, los tridentes que ya han comenzado a reemplazar a los polaris y los misiles en silos instalados en tierra. Además, se incrementaría el dispositivo bélico en los países miembros de la OTAN. Estos deberían albergar misiles Pershing II y Cruise 5.

Sin embargo, el equilibrio nuclear entre ambas superpotencias no es ficticio. Ambos Estados disponen de arsenales atómicos sobredimensionados que podrían destruir el planeta varias veces. Por ello es improbable que la supremacía entre Washington y Moscú se dirima en un enfrentamiento nuclear directo. Esta es justamente la premisa sobre la cual se han preparado estas enormes reservas destructivas6 . La discusión sobre si una guerra nuclear era posible fue uno de los temas que provocó el sisma del campo socialista. La Unión Soviética estimaba que la tesis de Lenin sobre la coexistencia pacífica debía interpretarse, en la era nuclear, como un imperativo que impedía encender la chispa que detonase una conflagración final. El apoyo a ciertas luchas de liberación nacional bien podría provocar la hecatombe atómica. La ruta hacia el socialismo pasaba por la emulación económica.

Nikita Jrushov profetizó que su país habría superado en el plano económico a Estados Unidos en 1980. Los comunistas chinos, por su parte, pensaban lo contrario. Las luchas de liberación nacional debilitaban al imperialismo y no necesariamente debían conducir a una confrontación directa. La guerra de Vietnam, Cambodia y Laos y luego el colapso del imperio portugués dieron la razón a Pekín. Finalmente, los soviéticos parecen haber llegado a esa misma conclusión. En tanto que China modificó sus puntos de vista. Las luchas de liberación nacional, a los ojos de Pekín, pasaron a ser un campo de enfrentamiento entre las fuerzas "hegemonistas". China, al revés de Reagan, estima que Moscú representa el imperio ascendente (Washington, el decadente), es decir, los rusos son en la arena internacional "el aspecto principal de la contradicción principal". También Estados Unidos parece concurrir con Moscú y Pekín con la noción de que los próximos conflictos se librarán como en el Líbano, las Malvinas, Irán-lrak, Sudafrica-Angola, Etiopía-Somalia con armas convencionales. Esta conclusión esta implícita en el hecho que el presupuesto militar norteamericano para los próximos cinco años sólo considera 15 por ciento para la modernización de sus armas nucleares.

El grueso del esfuerzo bélico estadounidense, fuera de sus fronteras, está destinado a tres frentes:

1. Europa. El viejo continente es la pieza más importante en el equilibrio de poder mundial. Las oscilaciones o vacilaciones europeas en un sentido y otro pueden cargar la balanza a favor de una de las superpotencias. Por lo tanto, aquí se concentran los principales esfuerzos de ambos bandos. Aquí se encuentra la frontera más delicada entre el capitalismo y el socialismo. Washington, especialmente durante el período del secretario Alexander Haig, prestó gran atención a consolidar la alianza atlántica. Es decir, toma en serio a los aliados de la OTAN. Moscú ha hecho otro tanto en relación al Pacto de Varsovia.

2. El Medio Oriente. Esta región es vital en función de Europa Occidental y Estados Unidos. Esta zona provee dos tercios del crudo consumido por Europa y un tercio del norteamericano. Los estrategas del Pentágono consideran que los productores de petróleo del Golfo Pérsico carecen de los recursos propios para mantenerse dentro de la esfera de influencia occidental. Para garantizar el status quo se diseñó la fuerza de despliegue rápido, un eufemismo para designar una fuerza de intervención para el caso que las defensas locales sean insuficientes.

3. El resto del planeta. Hoy, cualquier punto de la tierra es importante. Pequeñas repúblicas, que carecen de interés económico o geográfico adquieren una dimensión mundial como una prueba de la voluntad política de mantener la supremacía. El caso de las Malvinas es un buen ejemplo de ello. La primera ministra británica, Margaret Thatcher justificó el envío de la fuerza expedicionaria primordialmente por razones de prestigio político: para demostrar que: "la agresión no paga". Especialmente si proviene de un país del Sur. Estados Unidos espera contener a los soviéticos mediante abrumadora supremacía naval. El Pentágono desea reducir la "proyección de fuerza soviética en el Tercer Mundo". Para ello considera la construcción de la más colosal marina de la historia: 600 barcos de guerra. Esta formidable armada contaría por lo menos con 15 portaaviones (en su mayoría nucleares), cada uno de ellos escoltado por una veintena de navíos dotados de misiles y con la capacidad de desarrollar operaciones anfibias.

Raúl Sohr, “La política exterior de Reagan”, Nueva Sociedad, 63, XI-XII. 1982, pp. 87-93.

4. EL FIN DEL SOCIALISMO REAL

Los últimos días de la URSS (Jean-Charles Deniau, 2011)

Memoria mediática sobre el fin de la URSS (El País, 26 de diciembre de 2016)

 Hoy se cumplen 25 años de la última vez que flameó la bandera de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas sobre Moscú. Pocos días antes se había firmado el tratado de Belavezha por parte de Ucrania, Rusia y Bielorrusia, que disolvió la ya muy golpeada Unión Soviética.

El enojo de Gorbachov, presidente de la URSS, fue muy grande. Es que su papel institucional había sido terriblemente ninguneado en esas semanas: el colmo fue cuando la disolución de la URSS fue informada al presidente de los Estados Unidos antes que a él. En su alocución televisiva de fin de año de 1991, el presidente Bush (padre) pudo finalmente informar a sus ciudadanos que el conflicto que había organizado las relaciones internacionales desde 1947, la Guerra Fría, había terminado con el triunfo de su país sobre un imperio socialista que había llegado a abarcar un sexto del total de las tierras del mundo y más de 100 nacionalidades en su seno.

Se procesó así, hace 25 años, el cambio geopolítico más importante desde el final de la Segunda Guerra Mundial. La creación de la Unión Soviética se remontaba a la revolución bolchevique, de la que por cierto se cumplirá un siglo en 2017. Hacia 1922, luego de la sangrienta guerra civil y cuando Rusia incorporó a las repúblicas más lejanas, se terminó de conformar esa enorme potencia socialista que marcaría a fuego el siglo XX. Sobre todo lo haría en el período de protagonismo de Stalin, entre 1928 y 1953, cuando se asentó, por un lado, un totalitarismo soviético tenaz y abrumador, y por otro, un expansionismo que llevó a Moscú a ocupar el mayor lugar de protagonismo mundial de toda su historia.

Estas dos dimensiones del comunismo soviético por supuesto que se mantuvieron vigentes luego de la muerte de Stalin. Es una gran mentira, muy extendida entre nosotros, creer que el totalitarismo soviético solo existió por causa de un líder despótico como fue Stalin, o que la política de expansión rusa solo se limitó a las consecuencias geopolíticas naturales, reclamadas por uno de los grandes países que había vencido a la Alemania nazi en 1945.

Por el contrario, sabido es que la feroz represión comunista se tradujo a lo largo de toda la historia de la URSS en violaciones permanentes a los derechos humanos y a las libertades individuales más elementales, y también en una situación económica y social degradada para la inmensa mayoría del pueblo que sufría el peso de la bota socialista. También sabido es que la política expansionista soviética se mantuvo con intensidad luego del final de la II Guerra Mundial. Abarcó regiones enteras de lo que por entonces se llamaba Tercer Mundo y logró que países que iban accediendo a la independencia en el proceso de descolonización, en África y Asia sobre todo, adhirieran al campo socialista en plena Guerra Fría.

Seguramente sea difícil fijar una fecha de inicio de la decadencia absoluta de la URSS. Pero es claro que visto en perspectiva, hay dos episodios muy relevantes que aceleraron todo el proceso de su implosión. Por un lado, la invasión a Afganistán en 1979, que tuvo costos económicos, militares y humanos demasiado altos para la situación que vivía Moscú.

Por otra parte, la llegada al poder en 1985 de un relativamente joven Gorbachov dispuesto a enfrentar reformas políticas, sociales y económicas ineludibles en la ya debilitada Unión Soviética.

Las decisiones de Gorbachov tuvieron consecuencias inesperadas para todo el campo socialista. En efecto, los Estados satélites de la Unión Soviética en Europa del Este, sintieron rápidamente la posibilidad de una apertura en sus regímenes dictatoriales. Como fichas de dominó, en 1989 todos procesaron sus propias revoluciones que terminaron con las infames dictaduras comunistas en toda la región. Inevitablemente, ese reclamo de libertad se extendió hacia dentro de la propia unión socialista vinculada a Moscú, y fue así que entre 1989 y 1991 se fueron procesando cambios que terminaron con la disolución de la URSS.

El tiempo nuevo que se abrió hace 25 años, trajo consigo la esperanza de un orden mundial distinto. Rusia, desde el liderazgo de Putin que se inicia en 2000, ha querido recuperar su influencia internacional perdida tras la disolución de la URSS, sobre todo en estos últimos años en los que se la ha vuelto a ver activa en regiones alejadas de Moscú. La toma de Crimea en Ucrania y la actual guerra en Siria son dos ejemplos.

Rusia sigue siendo un actor internacional importante, pero desde 1991 no tiene la impronta totalitaria desplegada en el siglo XX ni tampoco el mismo peso.

 

5. LA REPRESENTACIÓN AUDIOVISUAL DEL THATCHERISMO EN LOS AÑOS OCHENTA

Margaret Thatcher, La revolución de la clase media (TVE, 1988)

 6. NUEVAS ESTRATEGIAS NACIONALISTAS TRAS 1989 


Goodbye, Spain? (Dolors Genovés, TV3, 2011)

7. BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

- J. Avilés e I. Sepúlveda, Historia del Mundo Actual. De la caída del Muro a la Gran Recesión, Madrid, UNED-Síntesis, 2010.
- R. Dahrendorf, El nuevo liberalismo, Madrid, Tecnos, 1982.
- S. P. Huntington, La tercera ola. La democratización a finales del siglo XX, Barcelona, Paidós, 2002.
- S. P. Huntington, “¿Hay un choque de civilizaciones?”, Teorema, XX, 1-2, 2001.
- F. Khosrokhavar y O. Roy, Irán. De la revolución a la reforma, Barcelona, Bellaterra, 2000.
- T. Judt, Postguerra. Una historia de Europa desde 1945, Barcelona, Crítica, 2006.
- I. Kershaw, Ascenso y crisis. Europa, 1950-2017. Un camino incierto, Barcelona, Crítica, 2019.
- M. Mazower, La Europa negra. Desde la Gran Guerra hasta la caída del comunismo, Valencia, Barlin Libros, 2016.
- R. Miliband y otros, El neoconservadurismo en Gran Bretaña y Estados Unidos, Valencia, Alfons el Magnànim, 1992.
- D. Stone, ¿Adiós a todo aquello? La historia de Europa desde 1945, Granada, Comares, 2019.
- C. Taibo, La disolución de la URSS. Una introducción a la crisis terminal del sistema soviético, Barcelona, Ronsel, 1994.
- F. Veiga, La fábrica de las fronteras. Guerras de secesión yugoslavas, 1991-2001, Madrid, Alianza, 2011.
- B. Wasserstein, Barbarie y civilización. Una historia de la Europa de nuestro tiempo, Barcelona, Ariel, 2010.