Trabajo realizado por Miryam Cajal Carazo, Laura Calvo Toulouse y Cristina Cruz Sánchez
El cine es un medio de comunicación social que busca establecer una relación bilateral entre el cineasta, el mensaje, el contexto y los receptores. El poder de influencia que tiene el cine dentro de los marcos sociales es implacable, las producciones en su conjunto consiguen crear diversas realidades de las que nacen cánones, estereotipos, valores y normas sociales que no tienen porque ajustarse a la vida real. La capacidad que tiene la imagen de transmitir todos estos elementos es la forma más efectiva de influir en la mente humana, especialmente en la de los más jóvenes.
Una vez contextualizado el marco a analizar, pasamos a centrarnos en los efectos y estereotipos que el cine inculca en la conformación de la mentalidad juvenil.
IDEALES DE MASCULINIDAD Y FEMINIDAD EN EL CINE
Los ideales de la feminidad se han centrado tradicionalmente en el atractivo físico y sexual de los hombres. Por otro lado, los ideales de masculinidad no han estado tan ligados a la apariencia física, puesto que ya se vendían como atractivos, aunque no reuniesen un conjunto de características determinadas para serlo. Al contrario, el ideal de feminidad siempre ha tenido que someterse a los dictados de la moda y a los cánones de belleza vigentes en cada época.
Cuando vemos mujeres maduras en roles seductores, generalmente están relacionadas con la ambición y lo misterioso. Esto, se compara en la mitología con la forma de las brujas. Predominan los estereotipos relacionados con la juventud, es decir, mujeres jóvenes interpretando cualquier tipo de papel en la franja de edad situada entre los 17 años y los 35 años.
En casi todas las películas, los hombres seducen a gente mucho más joven que ellos. De ese modo, las identidades femeninas quedan definidas como “frágiles y transitorias”. Con el tiempo, la feminidad ha quedado marcada en una posición estática y visualmente agradable en relación con la representación simbólica; mientras que la masculinidad es recordada por su acción, su aventura y su heroísmo.
IDEALIZACIÓN DEL AMOR EN EL CINE
El cine, desde sus inicios, ha formado parte de nuestras vidas influyéndonos con su forma de representar el amor. En todos los filmes este sentimiento es idílico y todo espectador aspira a tener una relación de pareja como la que se ve en la pantalla.
Las comedias románticas son uno de los géneros cinematográficos más vistos y si esto ha llegado a ser de esta manera es por el continuo uso de los mitos que se utilizan para marcar los cánones de comportamiento en la sociedad y que parece que tenemos que inculcar en la vida real.
Algunos de los ejemplos que podemos encontrar frecuentemente en la idealización del amor romántico son los siguientes:
1. Los polos opuestos se atraen
En estos casos, cuanta más distinta sea la pareja, más apasionada es su relación amorosa. Incluso, las relaciones que más emocionan a los espectadores son los llamados enemies to lovers. Estas parejas surgen del odio inicial entre ellos. Se desprecian y dan a entender que nunca se sentirían atraídos el uno por el otro, aunque la química traspasa la pantalla. Finalmente, siempre acaban manteniendo una relación sentimental.
Un claro ejemplo de esta estereotipada relación se puede ver en la película 10 razones para odiarte. En ella, tanto Kat Stratford como Patrick Verona se odian, pero este último debe intentar perseguirla para que salga con él porque le pagan por hacerlo. Por tanto, hablamos de dos situaciones bastante usadas en el cine. No solo hablamos de dos polos opuestos que se atraen, sino que encontramos el cliché de las apuestas que al final resultan ser positivas para el protagonista porque, aunque comienza como un juego, se acaban enamorando.
2. Se debe sufrir por amor
En numerosas películas hemos podido observar que el amor triunfa después de seguir un patrón muy claro: chico conoce a chica, la pierde y luego la recupera. Una relación parecida a una montaña rusa, pero a lo que muchos jóvenes aspiran por romantizar la toxicidad del amor.
El ejemplo por excelencia es tres metros sobre el cielo. En ella encontramos a hache, el clásico chico malo que tiene un trauma infantil y que lo justifica para comportarse de manera agresiva. Es el típico protagonista masculino que jamás se enamoraría, pero llega una chica, en este caso Babi, que le rompe los esquemas y comienza a creer en el amor gracias a ella.
3. La mujer debe ser la conquistada
A pesar de vivir en un momento en el que la mujer continúa reivindicando su valía y luchando por la igualdad de derechos, hay muchas ocasiones en que el cine todavía muestra cómo la mujer debe ser la que espera a que el hombre la conquiste.
Esto ha ocurrido durante años en las películas Disney, en las cuales las princesas debían esperar a que las rescatara el príncipe. Por suerte, estos filmes de animación están cambiando y ahora existen numerosas películas como Enredados, en la que por primera vez la princesa es la que salva al príncipe o como Brave, una princesa que se sale completamente de los roles de género establecidos durante años.
4. La cultura de la que provengas no importa
En una comedia romántica no importa si él es rico y ella pobre, si uno es mayor y otro joven o si uno vive en Manhattan y otro en el Bronx. En ellas, el amor es capaz de romper todo tipo de barreras socioculturales.
Pretty Woman es un claro modelo de este tipo de idealización del amor. Da igual que Vivian sea una prostituta y Edward sea un elegante multimillonario. Ambos se enamoran y dejan sus diferencias a un lado. Este ejemplo, también serviría para el apartado anterior, ya que, nuevamente es el hombre quien salva a la mujer de su vida en la calle.